
A veces trato de orientarla, de
ayudarla a escoger el próximo texto a leer. No se deja, decide ser como el aire
e ir acariciando el lomo de cada libro hasta que escoge uno. No sé si cuando me
escogió a mí lo hizo de la misma manera, si tal vez, me está leyendo y no me
devolverá.
Tengo un lugar predilecto para
leer, un cheslong de pino arrinconado en
una esquina fría del salón comedor, siento que allí me retiro y ni los relojes
me ven, a pesar de que vivo solo. El silencio suele ser el abrigo de cada
palabra que leo y dibujo con mi imaginación.
Pero desde que ella llego a mi
vida y va poco a poco robándome cada libro, mi sitio preferido para leer esta
en sus ojos.
0 comentarios:
Publicar un comentario