
Hoy reabro reflexiones de un poeta que desde la casa de al lado te busca para responderte sobre tantas cosas, sobre los segundos llenos de silencios que cerraron el diurno para anochecer tus mejillas húmedas revolcadas en almohadas que nunca consolaron tus desdichas, que solo abrigaron tu cansancio.
Me escondo en las marcas que definen tus límites para ser parte de un aviso que te indica que no debes seguir, que el cansancio de las palabras repetidas cien veces puede volver tu pelo blanco y no quiero encontrarte mecida por los días de la senectud balbuceando cuentos de éxitos que nunca fueron.
Me prometí tocar tu cielo con toda la piel desnuda para alcanzar cada sensación que sale desde ti, siendo parte de tu estela de colores, de tus mañanas hermosas con despertares rodeados de júbilos.
Me prometí no olvidarte y ser el guardián de tus pasos.
2 comentarios:
Qué hermosura, José Francisco. Un texto bellísimo.
El contenido me abstengo de comentarlo, aunque llega mucho, te lo aseguro.
Un abrazo.
Tienes un duende que para nada permitirá que tus palabras, por repetidas, envejezcan.
Sólo ésta entrada ya te vale para muestra.
Un abrazo
Publicar un comentario